El Administrador Anibal se presenta ante la Reina con una idea para renovar los torneos de combates de caballeros. De esta manera busca ganar el favor de algunos nobles influyentes, en pos de las venideras batallas por la defensa del Reino.
Una nueva jornada laboral comienza para la reina, esta vez mas tarde que de costumbre. Envuelta en su majestuoso vestido ingresa a la sala del trono por la entrada privada a la que accede desde sus aposentos. En la sala espera desde muy temprano en la mañana el secretario personal Turrini. Concentrado en sus papeles, se sobresalta al ver entrar a la reina a la sala y ensaya una reverencia.
- Uff Turrini, que día… ¡que día!
- Buenos días mi señora, ¿que inconveniente la tiene molesta?
- Ese peluquero que me trajiste… ¡un desastre! ¡Estuvo más de una hora para acomodarme el peinado!
- Será despedido con celeridad, su majestad…
- Ya es tarde, ¡ya me arruinó el día! Pero bueno... decime Turrini, ¿quién viene a hacerme perder el tiempo hoy?
- Mi señora, unos periodistas han pedido una conferencia de prensa con usted…
- ¿Periodistas? ¿Conferencia de Prensa? – lo interrumpió ella con asombro - ¿Qué es eso?
- Son unos nuevos burgueses, han adquirido del imperio Prusiano una máquina muy novedosa que llaman “Imprenta” y están publicando un periódico. Quieren saber su opinión sobre las últimas batallas de nuestro ejército. Básicamente, ellos hacen algunas preguntas y usted les responde.
Ella miraba incrédula mientras su secretario le explicaba que significaban esos términos desconocidos. Espero a que termine su explicación y continuó mirándolo. Turrini levanta la vista hacia ella con una sonrisa…
- ¡Que estúpido sos Turrini! Casi te creo… - y echó una carcajada que contagió por unos segundos a su secretario – Me sacaste la mufa… dale decime quien espera afuera.
- Está desde temprano su administrador Aníbal, dice que tiene unas recomendaciones para ganar adeptos a nuestra causa.
- A ver hacelo pasar a ese, no se porque lo sigo aguantando…
A la orden de la Reina, Turrini se acerco a la puerta y dejo pasar a Aníbal, que entró apurado y cargando muchos papeles.
- Mi señora, ¿buen día como está usted hoy?
- Dale Aníbal, decime a que viniste y no me hagas perder más tiempo. Tengo mucho que hacer.
- Por supuesto señora, inmediatamente – replicó Aníbal agachando la cabeza mientras ella ya comenzaba a perder interés en la propuesta – Está usted enterada mi señora de las novedades que se han dado en el Torneo de Combates.
- ¿Qué cosa? – preguntó ella a Turrini bastante desinteresada.
- Los torneos de caballeros mi señora, esos que se enfrentan dos nobles caballeros y tratan de derribarse unos a otros.
- Ah si, que aburrido… ¿y que paso con ese Torneo?
- Mi señora – explicó Turrini con celeridad impidiendo que Aníbal participara – en el último torneo los caballeros que representan a la nobleza del Río de la Alpaca han perdido sus encuentros y han sido eliminados del torneo principal.
- Ah…- intentaba concentrarse ella – ¿y entonces?
- Entonces su majestad – pudo finalmente interceder Aníbal – lo que venía a proponerle era organizar con el próximo torneo una edición más amplia, con más grupos de nobles…
- ¡Claro! – interrumpió Turrini siempre dirigiéndose a la reina – de esa manera los representantes del Río de la Alpaca podrían volver a participar en el torneo principal…la señora sabe que los caballeros del Río de la Alpaca tienen muchos seguidores… podríamos ganarnos el favor de todos ellos con este nuevo torneo…
- Y también los caballeros de la nobleza de Quilmes, mi amado terruño – se atrevió a interrumpir Aníbal – podríamos ganar el favor de ellos también.
La Reina se había sentado pensativa en su trono y analizaba la propuesta.
- ¡Ya se! ¡Se me ocurrió una gran idea! – irrumpió ella - ¿Porque no invitamos a la nobleza del Río de la Alpaca al nuevo Torneo?
- Si me permite mi señora, creo que no sería del todo prudente… sería demasiado evidente nuestra intención si hacemos eso – intentó sutilmente disentir su secretario.
La conversación ya estaba circunscripta a la Reina y su secretario privado. Aníbal miraba expectante a un costado, y arrugaba un poco sus papeles cada vez que intentaba participar y no podía.
- Bueno entonces, ¡que participen más nobles! ¿No hay más participantes que podamos invitar para disimular?
- Por supuesto señora, esta la gente de La Aplaca que fue eliminada junto con la nobleza del Río de la Alpaca, y hay otros nobles importantes que participan del torneo de segunda categoría… parte de la nobleza de la ciudad de Rosario, los nobles de la Chacarita…
- La nobleza de Quilmes…- insistía Aníbal, mientras ninguno de los dos le prestaba atención.
- Está bien Turrini, me convenciste – dijo finalmente ella - Arreglen con... con... ¿quién organiza esto?
- Don Julio Pomprona, mi señora - acotó Anibal tratando de figurar - ya hemos cerrado algunos negocios con él, no va a poner reparos en esta gran propuesta.
- Perfecto, entonces hablen con él para que organice un nuevo Torneo de…de… de…
- De Combates, mi señora – le ayudo Turrini.
- Si, si, eso. Torneo de Combates. Que invite a la gente del Río de la Alpaca, de la Alpaca, del Rosario y todos esos que decías Turrini.
- Y los de Quilmes – insitió Anibal – no se olviden de la nobleza de Quilmes…
- ¡Uy que pesado que sos! – bramó ella - ¡Cómo estas con los de Quilmes! ¡Si, los de Quilmes también!
- Muchas Gracias, mi señora – agachaba la cabeza Aníbal mientras se retiraba del salón del trono.